La ambición desmedida por mantener el poder alcanzado, y su incontrolable necesidad de dominar, avasallar, y oprimir, son las debilidades que descontrolando la estabilidad humana, social, política, religiosa y económica de los pueblos, mantienen a los gobernantes tiranos en su prepotencia mitómana, conocedores de que jamás cumplirán las promesas que le llevaron al poder, apuntan sus cañones físicos, mentales, represivos y destructivos sobre aquellos inexpertos en poderío similar, los mismos que le hacen temer por la grandiosa valentía con que enfrentan las balas y los cañones psicológicos, de enclaustramientos y daños físicos.
Decididos en su inagotable batallar por desarraigar esa abominable plaga carente de poder moral.