lunes, 12 de febrero de 2018

AMOR ABSOLUTO. INCONDICIONAL.



En el principio, Dios creó los cielos y la tierra.


En su infinito e inmerecido amor, el Dios Todopoderoso concedió a su Primogénito Jesucristo, la responsabilidad de resarcir a la humanidad del pecado por traición heredado.

A sus criaturas espirituales, como primera creación, les asignó que guiaran nuestras vidas con devoción.

Perfectos astros  formó, y que nos rigieran sin error les ordenó. 

Un infinito océano que bordeaba la creación terrestre, con equilibrio celestial decretó.

A su primogénito humano, perfecto, varón, una compañera le concedió, con plena libertad para agradecer  a su Hacedor, y que se amaran les permitió. Que procrearan les pidió, que poblaran la tierra, que se hicieran muchos en la plenitud de su bendecido amor. ASÍ  LO DISPUSO DIOS. 

Ese  fue, es,  y será su propósito, pues aunque el mundo yace bajo el poder del inicuo, su Absoluta e Incondicional Voluntad perdurará, porque  complace la  PERFECCIÓN  DEL TODOPODEROSO CREADOR.