AMOR ABSOLUTO. INCONDICIONAL.
En el principio, Dios creó los cielos y la tierra.
En su infinito e inmerecido amor, el Dios Todopoderoso concedió a su
Primogénito Jesucristo, la responsabilidad de resarcir a la humanidad del
pecado por traición heredado.
A sus criaturas espirituales, como primera creación, les asignó que guiaran
nuestras vidas con devoción.
Perfectos astros formó, y que nos rigieran sin error les ordenó.
Un infinito océano que bordeaba la creación terrestre, con equilibrio celestial decretó.
A su primogénito humano, perfecto, varón, una compañera le concedió, con plena
libertad para agradecer a su Hacedor, y que se amaran les permitió. Que procrearan les pidió, que
poblaran la tierra, que se hicieran muchos en la plenitud de su bendecido amor. ASÍ LO DISPUSO DIOS.
Ese fue, es, y
será su propósito, pues aunque el mundo yace bajo el poder del inicuo, su
Absoluta e Incondicional Voluntad perdurará, porque complace la PERFECCIÓN DEL TODOPODEROSO CREADOR.
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