

Tal vez resulte muy precipitado aunque esperanzador, el anhelo de los cubanos que con la elección del Sr. Donald John Trump, como nuevo Presidente de los Estados Unidos de Norteamerica, confían en la DISOLUCIÓN, de los acuerdos y reapertura de las relaciones que durante más de 50 años estuvieron congeladas entre esa nación norteña y esta isla caribeña.
Negociaciones que solo han logrado fortalecer la estructura gubernamental, mientras la población cubana padece las miserias económicas, políticas, y sociales impuestas por el régimen imperante, el que además protege a sus supuestos aliados en esta lucha incesante por sobrevivir aunque sea con el precio de la penuria ajena.
Los inversionistas que beneficiándose del deshielo aperturista han instalado sus negocios en esta rica y hermosa, aunque destruida isla, se están exponiendo a la quiebra, si como expresan millones de cubanos, el Sr. Presidente Donald John Trump decide adoptar una política totalmente opuesta a la del Sr. Barack Obama respecto a Cuba.
Lo que obligaría a los inversores extranjeros más cautelosos a recoger sus maletas a tiempo.
Los más osados que decidan a riesgo propio mantener sus negocios en Cuba, deberán por una cuestión de respeto a las leyes antiesclavistas, entregar a cada obrero cubano por ellos contratado la suma total de los salarios devengados, no entregándoselos al estado cubano quien se apropia de los mismos cediéndole al trabajador un aproximado del diez por ciento.
Violaciones que en algún momento afectaran a esos empresarios pues en el territorio cubano, mandan y ordenan los gobernantes cubanos, pero las leyes internacionales sancionan la esclavitud en pleno siglo veintiuno, y ellos, los propietarios de esos negocios son extranjeros.
Ante estos riesgos y desmanes existe la posibilidad de que en su momento se vean obligados a decir .
APAGA Y VÁMONOS.
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