jueves, 23 de abril de 2015

TERROR GUBERNAMENTAL.


TERROR  GUBERNAMENTAL.



Cada domingo, las Damas de Blanco acudimos a misa en la Iglesia  Santa Rita, en Miramar. Municipio Playa.  Al concluir la misa efectuamos nuestra marcha muy pacífica por 5ta Avenida, expresando con nuestro andar el grito de libertad que por temor el pueblo acalla.

El pasado domingo 12 de abril, siendo la 1:30 PM  o  2:00 PM,  después de lo habitual, un grupo de aproximadamente 33 Damas de Blanco, en unión de 15 o 20, hombres activistas de derechos humanos, nos encontrábamos en las calles Infanta y  Carlos  III. 
Municipio  Centro Habana, hasta donde nos habíamos trasladado en un ómnibus público,  para desde ahí utilizar otro transporte  y  continuar viaje hacia el Aeropuerto Internacional  José Martí. Municipio Rancho Boyeros, con el propósito de  recibir a la líder de Las Damas de Blanco Berta Soler, quien nos había representado en la VII  Cumbre de las Américas, celebrada en Panamá.

En esa esquina de Infanta y Carlos III, está ubicada la Pizzería  El Italiano, por lo que varias  Damas de Blanco y varones opositores que ni siquiera habíamos desayunado  quisimos comprar  pizzas.  Mientras esperábamos,  fuimos sorprendidos por dos ómnibus repletos de mujeres uniformadas miembros de la Policía Nacional Revolucionaria, acompañadas por paramilitares, y  hombres miembros de la Seguridad del  Estado, además de seis  u  ocho  carros patrulleros.
De manera muy rápida, y violenta arremetieron contra nosotros,  Damas de Blanco, y hombres opositores  restregados por el piso, los que continuaban de pie gritaban  LIBERTAD, VIVAN LOS DERECHOS HUMANOS.
Desde  las casas, desde los balcones, los vecinos  les gritaban a nuestros agresores. ABUSADORES.  ABUSADORES. ABUSADORES.

A la fuerza nos subieron a esos ómnibus, a las Damas de Blanco nos llevaron  para el Complejo Escolar Militar Tarará, en la Habana del Este. 
Durante el recorrido de más de 30 minutos, las golpizas y  patadas propinadas por la policía fueron brutales, dos Damas de Blanco se desmayaron, aun tiradas en el piso, por encima de ellas las golpizas continuaron contra las otras Damas de Blanco, algunas policías se agarraban de los tubos del omnibus para que las patadas  resultaran más efectivas.
La Dama de Blanco Yamile  Garro, estaba siendo golpeada por tres policías, la del medio se impulsaba de tal manera para lanzar sus patadas, que con la misma pierna que me golpeaba  estando yo detrás de ella, golpeaba  a Yamilé Garro que estaba delante de ella..
La violencia resultó tan brutal, y  prolongada, que en ocasiones el chofer  perdió el control del vehículo yéndose  repentinamente  hacia los lados de la carretera.
Las veces que logré pararme del asiento en el que nos  obligaban a permanecer, a la fuerza me sentaron, y para que no continuara intentándolo  inmovilizaron mi pierna derecha contra el propio asiento.

Al  llegar a Tarará hubo demora para bajarnos de los ómnibus, porque una paramilitar hizo amenazas de continuar con las golpizas, de manera individual,  y en lugares apartados de ese inmenso y oscuro campo.
La Dama de Blanco Aliuska  Gómez  García, desmayada  tuvo que ser trasladada con urgencia hacia el Hospital Naval, después de haber sido golpeada.

Cesaron las golpizas y amenazas, nos bajaron de los autobuses  siendo trasladadas para las aulas.

Aproximadamente cuatro horas más tarde, nos  sacaron de dos en dos, llevándonos para otra aula donde ellos (los militares), habían colocado varias mesas que formaban una L,  los miembros de la contrainteligencia sentados en la parte interior, con sillas frente a ellos, al otro lado de la mesa donde nos sentaban a nosotras.
Redactaron  actas  con  nuestros datos personales, en las que incluyeron una relación de todas nuestras pertenencias las que estaban reteniendo. Tuvimos que firmar ese documento como constancia, aunque no recibimos copia.
Este procedimiento resultó ilegal, pues no estábamos en una unidad oficial de la Policía  Nacional Revolucionaria,  (PNR).  Tampoco habíamos sido instruidas de cargos, ni se nos había redactado un acta de detención, lo que evidenció una vez más su prepotencia terrorista, de la misma manera proceden con las leyes que arbitrariamente rigen al país.

Serían las 9:00 PM., cuando se observó en una sala algo distante, a un grupo de militares hombres con mujeres rozando alborozamente sus cuerpos, mientras festejaban nuestro  secuestro.

He  padecido horrores a causa de esta dictadura durante tantos años imperante, por lo que a pesar de haber presentado desde horas de la tarde descompensación en mi  presión arterial  180 c.110,  y que después de haber tomado  dos tabletas de  Clordiazepóxido, dos de Captopril, un Diazepán, haber eliminado abundante líquido en tres ocasiones mediante la orina, mi presión en ningún momento cedió.
Lo que provocó gran preocupación  por mi vida, por mi salud, en mis hermanas Las Damas de Blanco, fundamentalmente Yaquelin Bonne y  Lucinda Gonzáles, quienes en todo momento así lo expresaron.
En cambio, con relación a  los militares, su temor  era a una  desgracia que  ellos  estaban provocando, por lo que insistían en sacarme de ahí, lo cual  no acepté.
Le respondí a la policía que solo aceptaría si nos sacaban a todas,  y que yo les firmaría de ser necesario, un documento  responsabilizándome con mi decisión ante mi estado de salud, provocado por el secuestro del cual estaba siendo víctima.
Insistieron en ponerme oxigeno, lo que tampoco acepté.
Quisieron  llevarme para el Hospital Naval, tampoco acepté, a pesar de que mis hermanas de lucha pacífica me pedían que aceptara pues la presión no cedía.
Yo estaba detenida arbitrariamente al igual que ellas,  por lo que consideré que había un día para nacer y otro para morir, realmente no me preocupaba mi situación personal. Habíamos sido secuestradas juntas.

Unos  20 minutos más tarde,  la Dama de Blanco Lucínda  Gómez, me informó que habían traído carros patrulleros  para  sacarnos a todas.
Lucinda  había sido lesionada en el rostro.

Nos  liberaron del secuestro pasadas las 10:00 PM., sin haber ingerido alimento durante todo el día.
Recordemos que brutalmente habíamos sido atacados,  Damas de Blanco,  y  varones opositores, mientras esperábamos las pizzas en las calles Infanta  y Carlos III,  muchos no habíamos podido desayunar antes de salir  de nuestras casas.
Cada Dama de Blanco, al igual que los activistas de derechos humanos que nos acompañaban, deben  redactar  un informe sobre este atropello contra su persona, y las lesiones  recibidas, formulando su demanda ante las autoridades.
Aunque somos conscientes de que nuestras denuncias  no procederán,  porque fueron esas mismas autoridades  quienes autorizaron las golpizas y todo lo que ilegalmente se derivó  de las mismas. Pero procederemos con nuestras  demandas, confiados  en que el día y hora llegará, cuando un tribunal con vergüenza  les de curso legal.
A  nuestros hermanos en la vida, y ante al enemigo, después de golpearlos y esposarlos, los  llevaron en calidad de detenidos  para  el  (Vivac). Complejo  de Instrucción Penal en el pueblo de Calabazar, a otros los abandonaron a su suerte en  carreteras a más de 15 kilómetros de La Habana.

Vivo a tres cuadras del lugar de los hechos, y aunque la gente se siente aterrada  por motivo de estas prácticas terroristas del gobierno comunista cubano y sus aliados, he observado expresiones de rechazo con la brutalidad aplicada  por la policía política, la Policía Nacional Revolucionaria, y sus paramilitares  contra nosotros, esa tarde, en esa esquina de Infanta  y  Carlos III.
Aunque mucho peor resultó lo ocurrido en el interior del ómnibus durante su recorrido lejos de la ciudad,  de la vista del pueblo, y de la prensa extranjera.
  


viernes, 10 de abril de 2015

FEROZ TOTALITARISMO COMUNISTA.


 FEROZ TOTALITARISMO 

                  COMUNISTA.



Yo tenía 12 años de edad, y cursaba el 6to grado en la escuela primaria José Joaquín Palma, ubicada en calle Estrella e/. Plasencia y Xifré. Centro Habana.
En mi casa, un día encontré un libro con textos cortos e ilustraciones en colores que mostraban paisajes naturales, animales, aviones, etc., esas imágenes llamaron poderosamente mi atención, por lo que quise que mis compañeritos de aula las vieran.
Al día siguiente durante el receso nos recreábamos con ese libro cuando la maestra se acercó para observar, al hojearlo encontró las siguientes palabras: “ el totalitarismo, el nazismo y el comunismo son las tres peores amenazas del mundo ”. Yo no sabía lo que eso significaba.

La maestra recogió el libro, me preguntó de quién era, y solicitó con urgencia la presencia de mi familia, la dirección de la escuela creó una situación tan grave que no me permitieron terminar el 6to grado, sugiriéndole a mi familia que me matricularan en escuelas nocturnas.
Recuerdo la tristeza y preocupación reflejadas en el rostro de mi familia, las conversaciones en voz baja, su insistencia para que yo continuara estudiando aunque fuese con esas condiciones pues el gobierno no ofrecía otras posibilidades.
Nunca accedí a esa matrícula, aunque en mi casa me capacitaban en las asignaturas de Matemática y español.

Transcurridos unos meses comencé a recibir un estudio bíblico mediante una señora que visitaba a mi familia.
Aproximadamente tres años más tarde, el gobierno creó un centro juvenil en un local de varios pisos que se encontraba ubicado en las calles Ayestarán y Estrella, allí reanudé la enseñanza escolar, mientras continuaba recibiendo estudios bíblicos.
En este centro juvenil para estudiantes, al igual que en las escuelas primarias, efectuaban los matutinos mediante los cuales se entonaba el himno nacional, y se saludaba la bandera antes de comenzar las clases del día, como estudiante de la biblia yo no honraba los símbolos patrios.
Recuerdo que ese centro era visitado por un teniente de la policía de nombre Jorge, ese agente del orden público me acosaba para que cantara el himno y saludara la bandera, aunque a mis quince años de edad sentía temor ante ese policía, yo no le respondía, y tampoco hacía lo que él quería.
No pudiendo evitar comenzar a experimentar un fuerte rechazo a la idea de asistir a ese centro, a pesar de mis deseos de estudiar y de extrañar a mis compañeros de estudio.

Un día me dice un alumno que necesitaba hablar conmigo, nos pusimos de acuerdo para que al terminar la clase él fuera a mi casa, al llegar me cuenta que el policía Jorge había dicho durante el matutino que me iba a…(utilizando palabras obscenas y amenazas contra mi, si continuaba sin querer cantar el himno, ni saludar la bandera). Mi compañero de aula que pertenecía a la secta adventista estuvo de acuerdo en que se lo contáramos a mi familia.
Me resulta imposible olvidar el alboroto del Municipio de Educación, y las reclamaciones por parte de mi familia, la directora del centro me tenía gran afecto, al igual que los alumnos.

A ese policía durante meses no lo volví a ver, y cuando reapareció para quedarse nuevamente, yo nunca más retorné a ese centro.

Cumplidos los 16 años de edad, mi familia hizo todo lo humanamente posible para impedir que yo continuara reuniéndome con los religiosos que me impartían el estudio bíblico, y lo lograron, pues se había desatado una gran persecución sobre ellos, de hecho un hermano mío había sido sancionado a un año de privación de libertad por predicar de casa en casa.

No puedo precisar en cuantos lugares matriculé para recibir instrucción mediante cursos, entre ellos Economía, Bibliotecaria, etc.


En el año 1975 comencé a trabajar en la Empresa de Navegación Caribe, a bordo de los buques, por esa fecha existía un barco que realizaba paseos por el litoral habanero, ese barco llevaba el nombre, ¨ Comandante Pinares ¨.

Unos Testigos de Jehová desearon hacer un paseo a bordo de ese barco, a lo que accedí resolviendo los pases pues yo trabajaba en la empresa, una vez a bordo, en algún momento se hizo alusión a esta fe cristiana, lo que es muy normal cuando se ama a Dios, pues hasta de manera involuntaria en algún momento se nos escapa una exclamación. Como resultado, el capitán del barco me mandó a llamar, me preguntó si yo había invitado a esas personas, le respondí que si. Me quedé perpleja cuando me preguntó si yo sabía que eran Testigos de Jehová, si, le respondí, después me preguntó si yo era Testigo de Jehová, le respondí que no me reunía, ni predicaba con ellos desde hacía muchos años. Que estaba desasociada.
Terminó diciéndome que en cuanto el barco atracara me bajara y me los llevara.

Pienso que ni mis amigos cristianos ni yo éramos culpables por lo ocurrido, pues toda la responsabilidad recaía sobre esta infame dictadura que hasta el año 1994 estuvo persiguiendo y encarcelando a los miembros de esta organización religiosa.

Después la empresa me cedió todo el tiempo que tenía acumulado por concepto de francos y vacaciones, dos días antes de su término, un joven de apellido Ceballos que trabajaba en el Departamento de Enrolo, fue a mi casa pidiéndome que me presentara en la empresa al día siguiente, al llegar, la administración me hizo entrega de mi baja laboral, basándose en la Resolución # 394 del Ministro de Transporte, lo que consta en mi expediente laboral, (2 de abril del año 1982). Cuya sanción especifica que no fue dada por motivos laborales, agregando en su informe que se me daba baja por órdenes recibidas del gobierno, después de haber sido investigada.

Pasados muchos años, supe que el libro que yo había llevado a la escuela cuando apenas tenía 12 años de edad, era propiedad de un hermano mío opositor al gobierno,

Posteriormente en noviembre del año 2013, supe además que mi hermano había pertenecido al Movimiento 30 de Noviembre.

Ya como adulta conocí de muchos vejámenes cometidos por la dictadura Castro-comunista durante el encarcelamiento de mi hermano, al  que como opositor al régimen esta dictadura quiso asesinar incluyendo entre los cargos que se le imputaban un atentado a la tienda El Encanto, y la muerte de la trabajadora Fe del Valle.
Las irrefutables evidencias presentadas por mi familia, y el abogado que lo representaba, pudieron demostrar de manera convincente la falsedad de esa acusación.  No obstante, por sus otras actividades contra esta dictadura fue sancionado a 10 años de privación de libertad.

Siendo yo muy joven acompañaba a mi madre a visitarlo durante su presidio en La Cabaña, y en Las Circulares en Isla de Pinos.
Viví el sufrimiento de mi familia, el de él como preso político, y del otro hermano mío encarcelado por haber sido Testigo de Jehová. Los dos eran muy jóvenes cuando Fidel Castro Ruz  pretendió aniquilarlos  física  y psicológicamente.

Estos hechos corresponden a una ínfima parte de las vicisitudes y horrores que desde muy niña he sufrido a manos de esta brutalidad gubernamental que sin reparos en mi inocencia infantil mutiló mi futuro.

Existe un abismo de dolor entre estos relatos, la horrorosa crueldad de haberlos vivido, y continuar viviéndolos.