FEROZ TOTALITARISMO
COMUNISTA.
En mi casa, un día encontré un libro con textos cortos e ilustraciones en colores que mostraban paisajes naturales, animales, aviones, etc., esas imágenes llamaron poderosamente mi atención, por lo que quise que mis compañeritos de aula las vieran.
Al día siguiente durante el receso nos recreábamos con ese libro cuando la maestra se acercó para observar, al hojearlo encontró las siguientes palabras: “ el totalitarismo, el nazismo y el comunismo son las tres peores amenazas del mundo ”. Yo no sabía lo que eso significaba.
La maestra recogió el libro, me preguntó de quién era, y solicitó con urgencia la presencia de mi familia, la dirección de la escuela creó una situación tan grave que no me permitieron terminar el 6to grado, sugiriéndole a mi familia que me matricularan en escuelas nocturnas.
Recuerdo la tristeza y preocupación reflejadas en el rostro de mi familia, las conversaciones en voz baja, su insistencia para que yo continuara estudiando aunque fuese con esas condiciones pues el gobierno no ofrecía otras posibilidades.
Nunca accedí a esa matrícula, aunque en mi casa me capacitaban en las asignaturas de Matemática y español.
Transcurridos unos meses comencé a recibir un estudio bíblico mediante una señora que visitaba a mi familia.
Aproximadamente tres años más tarde, el gobierno creó un centro juvenil en un local de varios pisos que se encontraba ubicado en las calles Ayestarán y Estrella, allí reanudé la enseñanza escolar, mientras continuaba recibiendo estudios bíblicos.

Recuerdo que ese centro era visitado por un teniente de la policía de nombre Jorge, ese agente del orden público me acosaba para que cantara el himno y saludara la bandera, aunque a mis quince años de edad sentía temor ante ese policía, yo no le respondía, y tampoco hacía lo que él quería.
No pudiendo evitar comenzar a experimentar un fuerte rechazo a la idea de asistir a ese centro, a pesar de mis deseos de estudiar y de extrañar a mis compañeros de estudio.
Un día me dice un alumno que necesitaba hablar conmigo, nos pusimos de acuerdo para que al terminar la clase él fuera a mi casa, al llegar me cuenta que el policía Jorge había dicho durante el matutino que me iba a…(utilizando palabras obscenas y amenazas contra mi, si continuaba sin querer cantar el himno, ni saludar la bandera). Mi compañero de aula que pertenecía a la secta adventista estuvo de acuerdo en que se lo contáramos a mi familia.
Me resulta imposible olvidar el alboroto del Municipio de Educación, y las reclamaciones por parte de mi familia, la directora del centro me tenía gran afecto, al igual que los alumnos.
A ese policía durante meses no lo volví a ver, y cuando reapareció para quedarse nuevamente, yo nunca más retorné a ese centro.
Cumplidos los 16 años de edad, mi familia hizo todo lo humanamente posible para impedir que yo continuara reuniéndome con los religiosos que me impartían el estudio bíblico, y lo lograron, pues se había desatado una gran persecución sobre ellos, de hecho un hermano mío había sido sancionado a un año de privación de libertad por predicar de casa en casa.
No puedo precisar en cuantos lugares matriculé para recibir instrucción mediante cursos, entre ellos Economía, Bibliotecaria, etc.

Unos Testigos de Jehová desearon hacer un paseo a bordo de ese barco, a lo que accedí resolviendo los pases pues yo trabajaba en la empresa, una vez a bordo, en algún momento se hizo alusión a esta fe cristiana, lo que es muy normal cuando se ama a Dios, pues hasta de manera involuntaria en algún momento se nos escapa una exclamación. Como resultado, el capitán del barco me mandó a llamar, me preguntó si yo había invitado a esas personas, le respondí que si. Me quedé perpleja cuando me preguntó si yo sabía que eran Testigos de Jehová, si, le respondí, después me preguntó si yo era Testigo de Jehová, le respondí que no me reunía, ni predicaba con ellos desde hacía muchos años. Que estaba desasociada.
Terminó diciéndome que en cuanto el barco atracara me bajara y me los llevara.
Pienso que ni mis amigos cristianos ni yo éramos culpables por lo ocurrido, pues toda la responsabilidad recaía sobre esta infame dictadura que hasta el año 1994 estuvo persiguiendo y encarcelando a los miembros de esta organización religiosa.
Después la empresa me cedió todo el tiempo que tenía acumulado por concepto de francos y vacaciones, dos días antes de su término, un joven de apellido Ceballos que trabajaba en el Departamento de Enrolo, fue a mi casa pidiéndome que me presentara en la empresa al día siguiente, al llegar, la administración me hizo entrega de mi baja laboral, basándose en la Resolución # 394 del Ministro de Transporte, lo que consta en mi expediente laboral, (2 de abril del año 1982). Cuya sanción especifica que no fue dada por motivos laborales, agregando en su informe que se me daba baja por órdenes recibidas del gobierno, después de haber sido investigada.
Pasados muchos años, supe que el libro que yo había llevado a la escuela cuando apenas tenía 12 años de edad, era propiedad de un hermano mío opositor al gobierno,
Posteriormente en noviembre del año 2013, supe además que mi hermano había pertenecido al Movimiento 30 de Noviembre.
Ya como adulta conocí de muchos vejámenes cometidos por la dictadura Castro-comunista durante el encarcelamiento de mi hermano, al que como opositor al régimen esta dictadura quiso asesinar incluyendo entre los cargos que se le imputaban un atentado a la tienda El Encanto, y la muerte de la trabajadora Fe del Valle.
Las irrefutables evidencias presentadas por mi familia, y el abogado que lo representaba, pudieron demostrar de manera convincente la falsedad de esa acusación. No obstante, por sus otras actividades contra esta dictadura fue sancionado a 10 años de privación de libertad.
Siendo yo muy joven acompañaba a mi madre a visitarlo durante su presidio en La Cabaña, y en Las Circulares en Isla de Pinos.
Viví el sufrimiento de mi familia, el de él como preso político, y del otro hermano mío encarcelado por haber sido Testigo de Jehová. Los dos eran muy jóvenes cuando Fidel Castro Ruz pretendió aniquilarlos física y psicológicamente.
Estos hechos corresponden a una ínfima parte de las vicisitudes y horrores que desde muy niña he sufrido a manos de esta brutalidad gubernamental que sin reparos en mi inocencia infantil mutiló mi futuro.
Existe un abismo de dolor entre estos relatos, la horrorosa crueldad de haberlos vivido, y continuar viviéndolos.
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