MI PUEBLO.
Si tu espacio se hallaba tan ensombrecido y pútrido, que contaminando la ciudad asfixiaba a sus habitantes.
Si durante décadas de cerco, e inutilidad, no expresaste decisión alguna para asear el porvenir, ahora, no resultes insultado cuando tu vecino al hacerlo derramara desconcierto en tu sensibilidad.
Desechando piezas ya quebradas por la furia del poder antagonista.
Piezas de valor potencial, que no fuiste capaz de preservar ante el inevitable olvido que emana de la coacción, la frustración, el temor en desvarío, la fe agonizante, y la huida delirante incapaz de razonar en el deber que antaño te unió a las hoy desechadas.
Esas que inamovibles irradian su esplendor por la virtud de su incondicionalidad fraternal.
Esas que inquebrantables en el honor perduraran como guías en su ara celestial.
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